Carmelitas Descalzas en Cuba

Las Monjas Descalzas de la Orden de la Bienaventurada Virgen María del  Monte  Carmelo forman parte de una familia religiosa, enriquecida con un carisma propio, para desempeñar una misión peculiar en el Cuerpo místico de Cristo.

Los orígenes de la Orden, el título de la “Bienaventurada  Virgen María del Monte Carmelo”, y las antiguas tradiciones espirituales demuestran la índole mariana y bíblica de la vocación carmelitana.

Al  elegir a la Virgen María por Madre y Patrona, la Orden  se ampara bajo su protección; y ve,  en el misterio de su vida y de su unión con Cristo,  un modelo e ideal de  consagración.

Mirando a los venerables  Padres antiguos, especialmente al  profeta Elías, como a su inspirador, la Orden toma una conciencia más viva de su vocación contemplativa, orientada por completo  a la escucha  de la Palabra de Dios y a la búsqueda del tesoro más valioso, la perla preciosa  de su reino, en completa soledad y total separación del mundo.

El origen de la familia teresiana  en el Carmelo y el sentido de su vocación en la Iglesia están estrechamente vinculados al proceso de la vida espiritual  y al carisma de santa Teresa; sobre toda a las gracias místicas que la impulsaron a renovar el Carmelo, orientándolo por completo a la oración y a la contemplación de las cosas divinas, viviendo los consejos evangélicos según la Regla “primitiva”, en una pequeña  comunidad  fraterna, fundada en soledad, oración y estricta pobreza.

Quiso que todo estuviera imbuído de un estilo peculiar de vida: presentó la ascesis y la mortificación en función de una vida teologal más intensa, al servicio de la Iglesia ; propuso un espíritu  de generosidad  en la observancia y de cordialidad en la vida fraterna , para hacer alegre la convivencia , cual familia de Dios; promovió la dignidad  de la persona humana, la amistad entre las hermanas y la comunión  entre los diversos monasterios.

Al realizar la santa Madre su proyecto, la divina Providencia le dio a San Juan de la Cruz por compañero, comunicándole el mismo espíritu. El Santo, a su vez, reconoció en ella a la Madre del Carmelo renovado, atribuyéndole el carisma que Dios otorga a los fundadores.

Ambos “echaron en cierto modo los cimientos de la Orden”.  Sus escritos contienen y trasmiten su doctrina y su experiencia; sobre todo, los relacionados con la más íntima comunión con Dios y con los caminos que a ella conducen, fueron, además de dones personales, gracias concedidas a la Orden, que forman parte del carisma que toda Carmelita Descalza debe vivir.