Carmelitas Descalzas en Cuba

V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesus

Esposas del Señor
Escrito por: Yarelis Rico Hernández
Revista Palabra Nueva

La Orden del Carmen Descalzo celebra el quinto centenario del nacimiento de su fundadora, Santa Teresa de Jesús. Es esta una ocasión propicia para conocer más sobre la rama femenina de la Orden que comenzó su camino en Cuba en 1702. Desde entonces las Madres Carmelitas Descalzas nos han acompañado con sus oraciones, primero en su convento de La Habana Vieja y después en su actual casa del Vedado, adonde tuvieron que trasladarse en 1928 por la creciente urbanización de la zona antigua de la ciudad.

clausura

Mientras caminaba hacia el convento me sorprendí observando con detenimiento el entorno. Anduve por la calle Línea, desde muy cerca del túnel hasta alcanzar la calle 18 para luego ascender. Atrás quedaba un mar más tranquilo que de costumbre. También ese día las personas me parecían más calmadas. Hasta que, por fin, delante de mí, apareció el edificio que buscaba, elegante en su apariencia, sobrio, frío. Justo en la calle 13, entre 20 y 22, se alza el Monasterio de Santa Teresa, donde viven las Madres Carmelitas Descalzas sumidas en el silencio de una conversación callada y constante con Dios.

El estilo de vida de estas religiosas resulta desconocido para muchos, incluso para mí, de ahí que el encuentro con ellas deviniera diálogo inquietante y hasta despiadado en cuanto a preguntas que me permitieran escudriñar en su cotidianidad. Aunque la cita la había concertado con la superiora, Madre Teresa de Jesús, en la conversación también participaron otras dos hermanas, ambas cubanas, Teresita del Carmen y la joven de votos temporales Lissette María de San José.

La Madre Teresa de Jesús me saluda con un “Ave María Purísima”. Con la reja de clausura por medio y hechas las debidas presentaciones, nos dispusimos, yo a preguntar, ellas a responder.

El carisma que las identifica dentro de la Iglesia es el de la oración, pero ¿por qué vivirlo alejadas del mundo? ¿Cómo hacen para mantenerse al tanto de los problemas y necesidades de las personas?

capillaHermana Teresita del Carmen: “Nuestra Madre, santa Teresa de Jesús, nos fundó dentro de la Iglesia para vivir en oración y, como dice la Regla de san Alberto, en obsequio de Jesucristo. Nuestra vida se basa, amorosamente, en oración y trabajo para el bien de la Iglesia y por la santificación de los sacerdotes. También nuestra fundadora insistió en que las hermanas debían amarse, quererse y apoyarse como una verdadera familia, que también incluye a los frailes descalzos. La fidelidad a la vocación contemplativa y de clausura es nuestra misión y nuestra evangelización.

”No estamos ajenas a las necesidades del mundo, mucho menos a las de la Iglesia. La patrona de las misiones es una de nosotras, santa Teresita del Niño Jesús. Ella se entregó totalmente al Señor en esa vida de oración y encierro para el bien de la Iglesia, por el bien de las misiones”.

Hermana Lissette María de San José: “Nuestra santa Madre fue una gran enamorada de Cristo, labores1lo mismo que santa Teresita, para quien la obra más insignificante hecha con amor tenía gran valor a los ojos de Dios. A Él ofrecía todo, levantar con dolor un alfiler del suelo por el bien de un misionero, ofrecer una sonrisa cuando le costaba. Con eso lograba la salvación de las almas e infundía ánimo a los sacerdotes misioneros. El testimonio que damos es ese amor entregado por la Iglesia, por la salvación de las almas, en lo cotidiano, en la sencillez, en ese deseo de agradar a Dios, de cumplir su voluntad como respuesta al llamado que él nos hizo cuando nos regaló la vocación”.

Hermana Teresita del Carmen: “Hay una anécdota muy simpática de san Juan Pablo II. Él contaba que le gustaba visitar a las monjas de clausura de Cracovia porque justamente ellas, que nunca salían de su convento, sabían todas las cosas que ocurrían en la ciudad. Las personas llegan hasta nosotras en busca de paz y alivio para sus sufrimientos, de manera vaga quizás, conocen que estamos en un diálogo continuo con nuestro Señor. Vienen y nos dicen ‘hermana, por favor, pida por esta necesidad’; y no solo peticiones a nivel individual o personal, también otras que trascienden la familia, por situaciones del país o el mundo”.

Madre Teresa de Jesús: “Nos mandan papelitos, cartas, llaman por teléfono o vienen personalmente. Nos piden mucho que oremos por las personas que se van de forma definitiva del país y por otras que quieren lograrlo. Por medio de los sacerdotes también nos llegan peticiones. Incluso, a veces han venido grupos en peregrinación desde La Habana o llegan en guagua desde otras diócesis”.

¿Cómo transcurre la vida de una Carmelita Descalza?

labores2Madre Teresa de Jesús: “A las cinco y media de la mañana se tocan las tablillas para levantarnos, la que toca dice cantando: ‘Alabado sea Jesucristo y la Virgen María su Madre, a la oración hermanas, alabad al Señor”. Y se repican las tablillas por varias partes del claustro. Tenemos media hora para arreglarnos y presentarnos a las seis de la mañana en el Coro para rezar las Laudes, la hora de Tercia y a las 7:30 a.m. participar de la Eucaristía. Después estamos un rato en Acción de Gracias por haber recibido a Nuestro Señor, que es quien nos da fuerzas para continuar; luego desayunamos y cada una lava su loza. Seguidamente,  y según el oficio de cada cual, nos vamos a nuestras actividades, la ropería, la enfermería, la sacristía, el torno, el noviciado, la provisoría y la producción de hostias, de lo que prácticamente vivimos, aunque su precio es muy simbólico, pero lo hacemos con mucho gusto porque sabemos que en ese pan se distribuye el cuerpo de Cristo para toda la Iglesia. Menos Camagüey y Guantánamo, el resto de la Isla se abastece de las hostias quepatiointerioraquí fabricamos. Procuramos hacer todas estas actividades en soledad y silencio para estar en la presencia de Dios mientras trabajamos.

”A las doce menos cuarto rezamos la hora intermedia de Sexta, seguida de un pequeño examen de conciencia, a las doce el rezo del Ángelus y después nos dirigimos al refectorio para almorzar. Durante el almuerzo y la comida, una hermana lee alguna lectura sobre temas espirituales o noticias de la Iglesia y del mundo para estar mejor informadas y así poder orar por tantas necesidades.

”Después de fregar y recoger la cocina, compartimos una hora de recreación. Este es el tiempo de esparcimiento de la carmelita, que se repite también después de la cena. Conversamos, cantamos, comentamos alguna que otra noticia, reímos. En la noche, este tiempo de recreación lo empleamos para algunas actividades manuales, coser o bordar vestiduras sagradas, manteles para el altar, zurcir o remendar nuestros hábitos, etc. Pasada la recreación, rezamos la hora intermedia de Nona y enseguida nos vamos a descansar, luego tenemos la lectura espiritual cerca de una hora en la celda y tiempo libre para la formación y estudio de nuestros Santos.

”A las 5:30 p.m. se toca la campana para el rezo de las Vísperas y tener también una hora de oración mental. A las siete tenemos la comida y a las ocho nos reunimos para la recreación. A las nueve rezamos las Completas y el Oficio de Lectura, luego se tocan las tablillas y por algunas partes de los claustros se va diciendo un pensamiento espiritual para que nos ayude a la meditación del día siguiente. Se toca la campana para indicar que en adelante debemos estar en silencio”.

Decía la hermana superiora que toda la actividad laboral la emprenden en soledad y silencio para estar en la presencia de Dios, ¿no hay diálogo entre ustedes?

Hermana Teresita del Carmen: “El diálogo no se interrumpe, depende de la persona con la que se hable. La Santa Madre, decía: ‘qué fácil nos es hablar con los demás, pero qué poco tiempo le dedicamos al diálogo con nuestro Señor que está ahí siempre con nosotros, que nos está acompañando, que es nuestro amigo verdadero, nuestro compañero de camino’. Ella nos invita a hablarle como amigo, como esposo. Y esa cercanía, ese diálogo no hay por qué interrumpirlo si implica también una escucha. Ella es maestra de oración, y una de sus grandes enseñanzas es esa, que mantengamos ese diálogo constante con Él. ‘El Señor desea que lo miremos’. Como dice san Agustín, ‘nos hiciste para ti, Señor, inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en ti’. Esa cercanía es una necesidad de todo ser humano que busca la felicidad; y qué mayor felicidad que conversar con aquel que nos ha creado, quien mejor nos conoce y mejor nos entiende. A ese diálogo no hay por qué temerle”.

reunidas

¿Y a ustedes (digo refiriéndome a las hermanas Teresita y Lissette), que son cubanas, no les cuesta un poco más esa soledad y ese silencio para dialogar?

Hermana Lissette María de San José: “Entre nosotras hablamos si es necesario, no es que permanezcamos mudas todo el tiempo. Y en el caso nuestro, esa conversación callada con Dios lleva el condimento cubano. A Él le hablamos desde el corazón, a veces sin palabras, hasta con un suspiro o una mirada al cielo, como decía santa Teresita. Eso es diálogo. No se rompe nuestra identidad de cubanía por trabajar en el silencio comunicativo con otras hermanas, todo lo contrario. Podemos seguir conversando, pidiendo e intercediendo por otras personas, por los enfermos, los presos, por las personas abandonadas, por los ancianos, por la catequesis y presentárselos a Dios”.

¿Pudiéramos decir que la soledad y el silencio son el caldo de cultivo para la oración de las carmelitas?

Hermana Teresita del Carmen: “Con seguridad. El Señor habla tan bajito, tan quedito en el interior del corazón, que si no hay silencio, no podemos escucharlo. Esa reja que nos separa es un signo de clausura, sí, pero no para alejarnos del mundo, de las necesidades de las personas o impedir la entrada de ladrones. Nuestra vida es muy cercana a todas las necesidades de la Iglesia, pero si no hay una soledad, un silencio, no puedes cultivar la oración, quizás pueda hacerse, pero no como la vivimos nosotras, de una manera tan exquisita, eso es imposible con ruidos que aturden o te sacan de ti. Pongamos un ejemplo común: cuando un enamorado busca a su enamorada para hablarle palabras de amor, ¿adónde va? Pues procura el silencio, la tranquilidad. En el caso de las carmelitas, nuestro Esposo nos lleva a esa soledad para que lo escuchemos y nos volquemos en amor hacia el prójimo”.

¿Exageraría al decir o creer que la carmelita permanece todo el día unida al Señor por medio de la oración?

Hermana Teresita del Carmen: “Ese es el espíritu que predomina en el Carmelo: la presencia ininterrumpida de Jesucristo en la vida de cada una de nosotras y de la familia carmelitana toda”.

Hablamos de oración, pero la vida en clausura también debe acompañarse de un arraigado espíritu de abnegación, mortificación y hasta grandes renuncias.

Hermana Lissette María de San José: “En la época de la santa Madre, la mortificación era a veces corporal, pero ella en sus escritos reconoce que ‘es mejor mortificar el amor propio y crecer en la virtud, que esas mortificaciones de bestias’. Se trata de discernir qué es lo más importante, qué es lo que Dios me pide, qué es lo que a mí me agrada o no, saber vencernos en nuestro amor propio y tener oídos abiertos para Dios que nos habla siempre”.

Hermana Teresita del Carmen: “También la santa Madre nos dice en sus escritos, ‘determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese, y procurar que estas poquitas, que están aquí, hiciesen lo mismo’. Seguir a Cristo en pobreza, castidad y obediencia. ¿Es una renuncia? Sí, lo es. En la castidad, renunciamos a tener un esposo, formar una familia; en la pobreza, a no tener nada propio; en la obediencia, debemos aceptar siempre lo que el superior decida o mande. Visto así es la mayor mortificación del mundo. Pero si le das la vuelta a la página y dices, obedezco porque soy libre y quiero hacerlo por amor, ya la realidad cambia, estás mortificándote pero, a la vez, te estás liberando de tu amor propio y de tus propias expectativas. Obedezco porque amo tanto al Señor que mi voluntad está totalmente adherida a la suya a través de lo que me mande mi superior. Soy pobre porque voy a desprenderme de todo aquello que no me acerque a Dios, porque el absoluto de mi vida es Dios, no deseo otra cosa sino a Él, y por eso todas las demás cosas me sobran.

”Debemos mirar desde lo positivo. Soy casta porque el único amor de mi vida es el Señor, y por ese amor lo doy todo, mi corazón, mis entrañas, hasta mi sexualidad. En la sexualidad está incluida toda la afectividad humana y lo afectivo de la persona es lo más importante. Así que dejar todo afecto por el único afecto que vale la pena, Dios, es también un proceso, pero un proceso liberador”.

Es el amor de Dios quien las conduce, si se apartaran de él estarían tristes. La felicidad de ustedes es, quizás, ¿diferente?, ¿siempre están tan alegres?

Madre Teresa de Jesús: “Esa es otra de las características del Carmelo teresiano, la alegría. Y las personas se preguntan, ¿cómo si están encerradas, están tan felices? Pues sí, es Dios.

”No se trata de negar toda esa afectividad de la que hablaba la hermana Teresita del Carmen, sino de encauzarla a un bien mayor. El mundo siempre tiene un motivo, una razón por la que pedir, cada vez más las personas se atan y hasta se esclavizan al dinero, a la tecnología, al consumismo… condicionan su vida a ello sin encontrar, por supuesto, la felicidad. Esta realidad nos sigue moviendo a dar nuestra vida por amor a Dios y por amor a nuestros hermanos”.

Hermana Teresita del Carmen: “En la sociedad actual, en la que los ídolos son el poder, el tener y el querer, nosotros justamente renunciamos a esos ídolos, pero lo hacemos con gozo”.

Hermana Lissette María de San José: “Nuestra santa Madre nos enseña, como fundamento, a vivir en Verdad frente a Dios. ‘La Verdad nos hace libres’. Debemos reconocernos en la debilidad que somos y no encubrirla, sino presentársela al Señor tal cual. Ella decía ‘más se cansa el Señor en dar que nosotros en recibir’, y se ponía en manos de Dios así como era, en todas sus debilidades, y con lo que ella llamaba ‘sus infidelidades al amor de Dios’”.

¿Cómo es la relación que desde el Carmelo se establece con la Virgen María?

Hermana Teresita del Carmen: “Hay una frase muy peculiar en la Orden que es: ‘El Carmelo es todo de María’.  Desde los orígenes de la Orden, en el Monte Carmelo, siempre se pensó en tener la figura de la Madre, de María, como modelo. Incluso, aquellos primeros ermitaños que se agruparon en una pequeña comunidad de vida oracional, invocaban a la Madre de Dios teniéndola como hermana. El título de ellos, y el de nosotras también es Hermanas de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, o sea, que María y también san Elías, el profeta del fuego del Antiguo Testamento, fueron las dos figuras que, con su ejemplo, impulsaron nuestra vida. No somos nada sin la Virgen”.

Madre Teresa de Jesús: “De ahí nos viene el nombre de carmelitas. Nuestra regla dice: ‘cada hermana acoja a María como Madre espiritual para ser configurada a Cristo y llegar así a la cumbre de santidad’”.

¿Por qué Descalzas?

Madre Teresa de Jesús: “El término significa el retorno a los orígenes de la fundación de la Orden, que nació alrededor del siglo xiii. Por diversos motivos, a lo largo del tiempo surgieron diversas mitigaciones de nuestra legislación. En el siglo xvi, en España, florece la corriente de contrarreforma en la que se pide volver a las fuentes y reformar la vida religiosa. En varias Órdenes, a este ‘movimiento de reformas’ se le comenzó a llamar Descalces. Cuando santa Teresa, nuestra fundadora, quien procedía del Monasterio de Carmelitas de la Encarnación, en Ávila, España, inicia el primer Carmelo Reformado, asume una forma de vida más cercana a los orígenes,  y con un afán de continua reformación, desea vivir con mayor fidelidad al espíritu y a las antiguas tradiciones de la Orden. A esta renovación y nueva familia se le conoce como Carmelo Descalzo”.

Aunque la vida monástica de las carmelitas excluye toda forma de apostolado activo, ¿qué les recomendarían a quienes necesiten ayuda para orar, a quienes creen que no saben hacerlo o a aquellos que no hallan las condiciones propicias para el encuentro con Dios?

Hermana Teresita del Carmen: “Aquí llegan numerosas personas con el ansia de saber cómo se vive la oración. Y nosotras, dentro de lo poquito que podemos, tratamos de transmitirle alguna orientación o enseñanza que les permita llenar esa ansia. Pero, honestamente, nuestra vida no es de apostolado hacia afuera”.

Lissette María de San José: “Según nuestra santa Madre, ‘la oración es un trato de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama’. ‘No hacen falta muchas palabras’, decía, ‘solo amar’. No todas tenemos capacidad para hablar o imaginar mucho, pero para amar sí. Es el amor el que permite ese diálogo y esa oración. El regalo de cada amanecer, de despertar cada día a la vida, ya es un momento para dar gracias a Dios, quien nos hace partícipes del regalo de la creación. Santa Teresita decía que un solo suspiro, una mirada al cielo, una sonrisa que le demos a una persona, a veces cuando nos cuesta, es una oración a Dios.

”Orar es algo que nos puede salir con naturalidad, si lo hacemos con humildad, si lo vamos ejercitando, si buscamos buenas lecturas, si evitamos cosas que nos alejen de Dios. La oración necesita del esfuerzo personal y de amor. Más que conocimiento, necesitamos reconocer a Dios como nuestro amigo”.

Imagino que la actual crisis de vocaciones a la vida religiosa también afecte a la Orden, mucho más si tenemos en cuenta la condición ermitaña de las Madres Carmelitas…

Madre Teresa de Jesús: “A nivel general, la Orden tiene pocas vocaciones. Nosotras, las mexicanas que llegamos acá hace un año y tres meses, vinimos para apoyar a la comunidad cubana, y nos da una tremenda satisfacción ver cómo han ido surgiendo nuevas vocaciones. En estos momentos están viniendo cuatro jóvenes, dos de ellas llevan su proceso de aspirantado y las otras dos han manifestado su interés de conocernos, compartir y convivir con nosotras. Ya nos han acompañado a rezar las Vísperas y hemos compartido momentos de recreación.

”La vocación es un misterio de Dios. Nos llama la atención que en este país, donde la vida de fe se vio reducida al silencio durante años, surjan vocaciones en familias que ni siquiera son católicas. Yo siento esta comunidad muy bendecida por Dios, pues a pesar de décadas de historia triste dentro de la Iglesia y de la crisis de fe que experimentó el pueblo de Cuba, estas hermanas se han sostenido, y para gracia de nuestro Señor, poco a poco han ido surgiendo vocaciones”.

Lissette María de San José: “Es aconsejable que la joven que se sienta llamada a la vida religiosa tenga un buen director espiritual y una vida de fe dentro de una comunidad católica”.

¿Cómo puede una joven identificar la presencia del llamado al Carmelo?

Hermana Teresita del Carmen: “Ahorita afirmabas que las vocaciones a esta vida debían ser pocas por las exigencias de nuestra regla, especialmente la vida en clausura. Razón no te falta. La joven debe sentir amor a la vida escondida, atracción hacia el silencio y la soledad, amor a la oración, a la Palabra de Dios, a la Iglesia y capacidad para vivir en comunidad.

”La vocación es un don, no debemos sentir miedo al recibirlo y vivirlo. Yo entré a los treinta y cinco años, tengo ahora sesenta y uno, veintiséis de entrada y veintitrés de profesión simple. Hay hermanas mucho mayores que yo. Está la hermana Teresa María, que tiene noventa y un años, la decana, como le llamamos. Ella entró en el año cuarenta y cinco del siglo pasado, y lo hizo oponiéndose a sus padres. Fue una vocación linda, porque a pesar de todo, se mantuvo firme. El papá la acompañó a la terminal de trenes creyendo que la muchacha venía de vacaciones a La Habana. En la propia terminal escucha los comentarios de que Teresita iba para el convento y le preguntó si era verdad. Ella le respondió que sí. Él se volteó y la dejó. Teresita subió al tren y dijo: ‘para siempre, Señor’.

”Las familias de las jóvenes que se acercan a la comunidad con el deseo de ser parte de ella, por lo general no las apoyan, al menos en un primer momento”.

Lissette María de San José: “Para los padres es como un segundo parto entregar un hijo a la vida religiosa. A veces se acepta con más alegría que el hijo se vaya del país, aunque no lo puedas ver más, a que se consagre a la vida religiosa, y mucho menos, monástica. Pero es el llamado de Dios, y él nos convidó a escuchar su voz y hacer su voluntad. La joven que sienta ese llamado de Dios, tiene que discernir y tener también la fuerza del Espíritu Santo para decidir si escucha la voz de Dios y acepta ese regalo a la vida consagrada, o renuncia a Él por cosas del mundo”.

Si escucha ese llamado y desea vivir bajo la regla carmelitana, ¿qué debe hacer?

Lissette María de San José: “Puede venir a nuestro convento o llamarnos por teléfono. La comunidad la cita y la Madre Superiora y la Maestra de Novicias conversan con ella. Desde el exterior empieza un período de discernimiento que antecede a la etapa de aspirantado, que también transcurre fuera del monasterio. Después de cierto tiempo, hay la posibilidad de que la joven haga una experiencia de máximo tres meses dentro del convento.

”El postulantado es un paso de compromiso que no solo depende de la aceptación de la joven, también requiere del consentimiento o aprobación de la comunidad de acuerdo con lo que ha observado en la aspirante. Esta etapa comienza con el ingreso al monasterio y la progresiva incorporación al ritmo de vida de una carmelita. En dependencia de la evolución de la postulante, se extiende su formación. El noviciado es la próxima etapa y se inicia con la toma de hábito, que a partir de ese momento llevará por dos años pero con velo blanco. En el noviciado comienza propiamente la vida religiosa y de preparación para la profesión de los votos. Transcurridos los dos años, la hermana puede pedir hacer su profesión simple, la que va renovando cada año hasta profesar solemnemente.”

vistaexteriorHermana Teresita del Carmen: “La profesión solemne la recibe a los tres años, pero si la comunidad considera que debe esperar un poco más, este tiempo puede extenderse. Este es el compromiso final de la etapa formativa y significa la consagración a Dios para toda la vida por la profesión de los votos de pobreza, castidad y obediencia”.

La conversación se interrumpe debido a la hora. Ya es mediodía. Por el torno circula un gigante vaso con jugo que las hermanas me han ofrecido. Entre los espacios vacíos de la reja de clausura deslizo el lente de mi cámara. Fotografío a las tres religiosas, sonrientes como siempre. Sor Teresita del Carmen y sor Lissette María se marchan. La superiora me alcanza a la puerta del convento y frente a mí, sin rejas por medio, nos despedimos, pero antes pregunto:

Madre, ¿cuántas hermanas viven aquí?

Madre Teresa de Jesús: “Quince hermanas en la comunidad. Siete cubanas, seis mexicanas, una costarricense y una española. Vivimos felices, aunque muchos crean que el encierro es signo de tristeza”.

Afuera, me detengo frente al majestuoso monasterio. Una gran imagen de santa Teresa de Jesús colgando en la fachada, me convida, ahora con muchos y nuevos motivos, a celebrar el quinto centenario de su nacimiento. Ese era el pretexto inicial de este encuentro. Camino con la confianza de que detrás de esos muros extensos, quince mujeres oran por mi alma y por muchas, muchas, muchísimas más.

V Centenario Santa Teresa

3 respuestas a Entrevista Revista «Palabra Nueva»