Carmelitas Descalzas en Cuba

Santa Teresa y san Juan de la Cruz nos dejaron una riqueza exquisita en la espiritualidad del Carmelo Teresiano- Sanjuanista que se compone de los siguientes puntos:

Comunión íntima con Dios
Es tratar en un diálogo continuo con el Amado, en lo profundo del corazón, tanto en los momentos de oración como en los momentos de trabajo y santa Teresa nos dice:”los ojos en vuestro Esposo”.

Finalidad eclesial y apostólica
El espíritu contemplativo, eclesial y apostólico de Teresa de Jesús, sus ansias misioneras, son la herencia que nos ha dejado a sus hijas e hijos del Carmelo Descalzo, su amor a la Santa Madre Iglesia que refleja a lo largo de sus escritos y  esa sed insaciable de almas, incluso al final de su vida nos dice:” al fin Señor, muero hija de la Iglesia”.

Esta finalidad eclesial y apostólica se traduce como “ser Iglesia”,”sentir  con la Iglesia” y servirla con la oración y la vida en una intercesión ardiente y en una irradiación silenciosa con el testimonio de una vida comprometida.

Teresa misma ve sus “palomarcitos” (conventos) como “castillos de buenos cristianos”, también como; “el pequeño colegio de Cristo” y añade: “encerradas peleamos por El”.

Intimidad con la Virgen María
El Carmelo es todo de María.

Su presencia invade toda la vocación Carmelitana, y confiere una impronta mariana particular a la contemplación y a la comunión fraterna, la abnegación evangélica y al espíritu apostólico.

Santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, han propuesto a María como Madre y Patrona de la Orden.

María es la hermana en el camino del Carmelo, el perfecto modelo de la Carmelita. Ella medita la Palabra, que guarda en su corazón; ella es la educadora en la vida teologal.

Las que viven en su intimidad sabrán atravesar las noches oscuras y las pruebas con más suavidad y paz.

Y en nuestra Regla dice: cada hermana acoja a María como Madre espiritual para ser configurada a Cristo y llegar así a la cumbre de la santidad.

Celo sacerdotal y misionero
La santa Madre Teresa sintió un gran celo por las almas, y nos invita a “ser tales” que valgan nuestras oraciones para ayudar a estos siervos de Dios, los sacerdotes, predicadores y teólogos que estando en el mundo andan en medio de mil ocasiones,” para esto nos juntó el  Señor, éste es vuestro llamamiento; aquí vuestras lágrimas, aquí vuestras peticiones”.

San Juan de la Cruz nos dice: “Es más precioso delante de Dios y del alma un poquito de este puro amor y más provecho hace a la Iglesia, aunque parece que no hace nada, que esas obras juntas”.

Con la noticia que llega a santa Teresa de los indios de América y su evangelización, aumenta el amor de Teresa por las almas  adquiriendo  una dimensión universal y misionera. Y añade: “Parecíame que mil vidas perdiera yo para remedio de un alma de las que allí se perdían…”

“…Su apostolado, será, en verdad, desconocido, oculto.
Tal vez experimente la sensación de trabajar en vano.
La Carmelita ora y sufre calladamente; se sacrifica y nada ve.
La fe la guía y la sostiene; pero en el cielo prorrumpirá en gritos de alegría y
Gratitud a Dios, al contemplar la cantidad de almas, de sacerdotes, sobre todo
A quien habrá ayudado a salvarse”.

( D.Columba Marmión)

Soledad y silencio
La soledad y el silencio en el Carmelo son fecundos e indispensables para la oración y unión con Dios.

San Juan de la Cruz el cantor de la soledad dice: “el alma contemplativa… ha de de ser amiga de la soledad y el silencio” y sor Isabel:  “El alma necesita silencio para adorar” y también hay una frase pequeña pero llena de significado: “ De la roca aprendo el silencio y en el silencio me encuentro con Dios”.

El silencio y la soledad no repliegan ni aíslan en sí misma a la persona, ¡al contrario! , éstos dos avivan la llama de amor viva de Dios y al prójimo.

Otro punto es la lectura espiritual que es el alimento del alma, como el alimento para el cuerpo.

Y santa Teresa dice a sus hijas: “el estilo que pretendemos llevar, es no sólo ser monjas, sino ermitañas”.

La celda para la Carmelita es como su centro, allí ora, trabaja, descansa y medita día y noche la ley del Señor como nos manda nuestra Regla. Si el bien común la llama para trabajar comunitariamente, lleva consigo el recogimiento interior y presencia de Dios.

Por eso para la Carmelita la soledad es un gozo para gustar ese encuentro con su Dios que lleva dentro de sí.

“En soledad vivía,
Y en soledad ha puesto ya su nido
Y en soledad la guía a solas su querido,
También en soledad de amor herido”
(San Juan de la Cruz).