Carmelitas Descalzas en Cuba

A ejemplo de la Iglesia primitiva las Carmelitas viven en comunidad, convocadas y reunidas como pequeño “ colegio de Cristo”, ayudándonos mutuamente en el camino de la santidad, teniendo como norma suprema, “el amor recíproco” manifestado con obras.

A tono con la enseñanza de la santa Madre, el estilo de la vida comunitaria tendrá varias características como; el sentido de igualdad evangélica y de franca sinceridad en el trato, con la mutua participación en los gozos y dolores, dentro de una pequeña familia en la cual, nos dice santa Teresa:

      “Todas han de ser amigas, todas se han de  amar, todas se han querer, todas se han de ayudar “.

Además una particularidad de la comunidad Teresiana es la “fraternidad y la alegría en un ambiente de familia, donde se respira el servicio y la donación de unas con otras con sencillez.

El estilo de hermandad que nos dejó la santa Madrees una expresión que describe la recreación comunitaria, siendo un tiempo de distención, alivio y buen humor que tiene lugar dos veces al día; después de la comida y después de la cena, además el humanismo que imprime  santa Teresa en la alegría y sencillez; confiere a la comunidad sencillez evangélica, el sentido de la igualdad, llaneza, alegría, afabilidad y suavidad que recomienda en el trato de unas con otras y también;

  • Fuente y cima de la vida comunitaria es la Eucaristía, signo de unidad y vínculo de comunión con Cristo. Y al celebrar comunitariamente la liturgia de las horas, la comunidad persevera con María, la Madre de Jesús.
  • En la mesa común, símbolo de comunión fraterna, las religiosas tomarán con agradecimiento y alegría los alimentos, como regalo de la providencia y del propio trabajo.

La vida fraterna es lo que más se intenta vivir, unas se desviven por hacer felices a las otras, sobre todo hay un cuidado especial de las hermanas enfermas, que desde su dolor  y limitaciones, construyen el Reino de Dios con la fecundidad de su estrega hasta el fin.

Por tanto, cada acto comunitario: liturgia, oración, comida, recreo, trabajo; cada sonrisa y donación recíproca, la prepara para, “el gran día de encuentro definitivo con el Amado”.